Saturday, February 26, 2011

La Historia de Justin Bieber.

 

  Las amenazas de muerte son una práctica habitual para ellas. El vandalismo también. Cualquiera que se les interponga en el camino es maltratado, humillado y obligado a dar explicaciones para apaciguar su ira. Son las mafiosas adolescentes, las nenas infectadas por el último virus del pop pegajoso como chicle: la fiebre de Bieber. En inglés, el fenómeno es conocido como BieberFever , un neologismo que juega con el apellido de Justin Bieber, el muchacho canadiense de 16 años que a su paso hace que niñas y adolescentes empiecen a gritar. Y no paran. Tanto las altera el chico, tanto lo quieren, que no dudan en amenazar de muerte a su supuesta novia, la princesita latina de Disney, Selena Gómez, ni en meterse en la página en Wikipedia dedicada a la jazzera Esperanza Spalding para maltratarla simplemente porque el domingo pasado ganó el premio al artista nuevo que ellas creían era de Justin. (Como consuelo, anteayer Bieber fue elegido el jugador más valioso de un partido de NBA para celebridades.)

Tanta pasión, tanta violenta adoración tiene su mayor aliado en Internet, especialmente en las redes sociales, y parece lo más apropiado. Es que allí se incubó la fiebre que hoy es un negocio que incluye discos, merchandising y hasta una película, Justin Bieber: Never say Never 3D, que se estrenará el jueves en la Argentina.
Mientras los padres del mundo unidos todavía estaban intentando entender -y aceptar- a los Jonas Brothers en las computadoras de sus hijos, lejos de la influencia tradicional de los creadores de estrellas, como los estudios de cine o las discográficas, comenzó a gestarse la legión de Beliebers, otro juego de palabras que mezcla la palabra believers (creyentes) con el apellido del ídolo. Que todo suene un poco a proyecto mesiánico puede ser casualidad, aunque si se consultara a sus seguidoras, seguro dirían que Bieber es divino.
Clics modernos
Todo comenzó hace poco más de tres años en YouTube. Allí, entre millones de videos circulando sin cesar, a un joven ejecutivo de la industria discográfica, Scooter Braun, le llamaron la atención las imágenes caseras de un preadolescente cantando temas de artistas conocidos -con especial tendencia al rhythm & blues, el soul y el rap-, con linda voz y muchísimo encanto. Detrás de la cámara, captando el evidente carisma del pequeño Justin, estaba su mamá Patty, más que orgullosa del nene que tuvo a los 18 años. Allí se lo puede ver en su habitación con un póster de Homero Simpson y otro del rapero Tupac Shakur (asesinado en 1996) como fondo, cantando con su vocecita de doce años, ésa de la que se despidió para siempre en sus últimos conciertos. ¿El flagelo de la pubertad pone en peligro al imperio millonario? Es poco probable porque mientras la voz de Justin cambia, las chicas siguen gritando demasiado alto como para enterarse.
Gracias a la revolución de YouTube que transformó a los videos caseros en objetos de consumo masivo, el preadolescente del pueblo canadiense de Stratford -hasta ahora conocido por su festival de teatro dedicado a la obra de William Shakespeare- se hizo famoso. Y se sabe: la fama cibernética puede ser viral y afectar al mundo entero en un solo clic. Así, muy pronto Bieber tenía un manager que lo invitó a mudarse a los Estados Unidos, lo conectó con los músicos que él admiraba y hasta consiguió que uno de ellos, Usher, se convirtiera en su mentor y productor.
En pocos meses, con un primer tema, "One Time", sonando en las radios y un disco en el camino, My World, el muchacho cuyo peinado -una suerte de corte Carlitos Balá, pero más largo- es tan reconocido como sus canciones, ingresó en el radar de los medios masivos que se preguntaban quién era este adolescente de gorrita, buzo con capucha siempre colocada al borde de los ojos y las zapatillas más aparatosas y de moda en los pies. ¿Otro ídolo hecho en Disney? No, aunque no resulta difícil imaginarse a los ejecutivos del gigante de la industria del entretenimiento infantil desesperados por replicar o apropiarse del fenómeno en ciernes.
El, mientras tanto, sonreía mucho mientras le cantaba al primer amor, y las chicas, encantadas, se quedaban sin voz a su paso. Fueron ellas las que, entre 2009 y 2010, compraron más de cuatro millones y medio de copias de sus dos discos, las que hicieron que sus ventas en formato digital superaran las diez millones de descargas y que su línea de... ¡esmaltes de uñas! agotara la partida de un millón de botellitas. Y ellas también las que un día de agosto de 2009 entraron en pánico cuando la Red que lo hizo quien es le demostró a Bieber que había llegado a la cima anunciando su muerte. Una falsedad que se repetiría unas cuantas veces en el futuro, y que el muchacho y su equipo combaten con la mejor arma a su disposición: Twitter. Desde su perfil con más de siete millones de seguidores, Justin envía mensajes constantemente porque le gusta y porque, según su representante, si no las chicas se preocupan. "Twittea" en la alfombra roja y mientras lo entrevistan por televisión cumpliendo a rajatabla con las reglas de la ubicuidad que su estatus de ídolo pop del siglo XXI le exige. Para ayudarlo en su cruzada de conquistar al mundo moviendo la cabeza como si Roberto Giordano fuera su asesor de imagen, prestigiosas revistas, como Vanity Fair y Rolling Stone lo pusieron en sus portadas. La primera se preguntaba, en su título de tapa, si la de Bieber es la cara "adorable e ineludible" (en todo el sentido de la palabra) de 2011. La respuesta parece ser que sí. No importa que muchos se burlen de sus canciones, que otros crean que es un engreído insoportable y que el domingo pasado en los Grammy se haya ido con las manos vacías. Porque las entradas para su película se siguen vendiendo -lleva más de 30 millones recaudados sólo en los Estados Unidos-, y porque las chicas siguen gritando, juntas y alertas ante cualquiera que se atreva a criticar o se acerque demasiado al muchacho del flequillo.
4,5 millones de copias vendidas
de sus discos My World, My World 2.0 y My Worlds Acoustic. Además, sus canciones tuvieron más de diez millones de descargas a través de los sitios de venta de música de la Red.
33 millones de dólares
lleva recaudado su film, Never Say Never sólo en los Estados Unidos donde se estrenó el viernes pasado. El próximo jueves, se estrena en la Argentina con sesenta copias en 3D y otras diez en 2D.
7 millones en Twitter
la red social de Microbloggin es el medio de comunicación favorito de Bieber con sus muchos fans.
1 millón de esmaltes de uñas
lleva vendidos de su línea de esmaltes que tiene una gama de diez colores.
10 semanas entre los más vendidos
su autobiografía First Step 2 Forever ya es un best seller, según la lista de los más vendidos del New York Times.

 
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